Tomamos el tren nocturno de París rumbo a Venecia, el tren saldría alrededor de las 7:00pm para llegar a su destino al otro día a las 8:00am, cuando era niño ya había viajado en tren en una ocasión a Guadalajara y fue una experiencia muy padre, tenías tu camarote con baño propio, sillones que se hacen literas, podías cenar en el vagón comedor, pedir bebidas alcohólicas y fumar (que en aquel entonces estaba permitido) en el vagón de fumadores, recuerdo que ese viaje no dormí de la emoción y al otro día por la mañana recorrí todos los vagones del tren hasta llegar al final para ver las vías desde la parte trasera del tren como en las películas.

Bueno en esta ocasión como el viaje era en modalidad “económica mochilera” pagamos el boleto en el que compartes un camarote para 6 personas, después de salir de Louvre y comer unas crepas confiados de que la estación Lion estaba a unos minutos llegamos corriendo y patinando con mochilotas al hombro, nos subimos al vagón que con una impecable puntualidad arranco a los 2 minutos de haber abordado, no éramos los únicos, el pasillo estaba lleno de gente atorada con sus maletas, confundida buscando su camarote, personas de distintas nacionalidades, después de recorrer el vagón encontramos nuestro camarote en el que se encontraban 3 orientales, en medio del camarote un chingo de maletas apiladas y hasta arriba en una de las literas una rubia de unos 30 años, entramos diciendo “hello” viendo sonrisas y sopresas en los demás, 2 de ellos que al parecer eran pareja estaban sentados de un lado así que ya no les importaba el desmadre de maletas, del otro lado estaba otra chica menudita y asustada, Male se subió a la otra litera viendo que había espacio para poner las maletas comenzamos a subir las de nosotros y la chica asustadiza salió corriendo al vernos trepados hasta arriba, al parecer iba con sus amigos pero estaban en otro vagón, Male para romper el hielo pregunto las nacionalidades y resulto que los de abajo eran Sur Coreanos y la chica rubia de Inglaterra, cuando preguntamos a los Coreanos si hablaban inglés solo una de ellas contesto algo así como “a little”.

El chavo tenia en medio del camarote una enorme maleta rectangular que ocupaba mas de la mitad y estorbaba la escalera, le ofrecimos si quería que subiéramos la maleta y muy desconfiado se nego, la chica inglesa resulto muy amigable y platico bastante rato con nosotros, iba a Milán y recién había terminado una relación y le gustaba mucho viajar y bla, bla, bla, me empezó a dar algo de sueño por lo que sugerí ir a caminar y fuimos descalzos hasta el vagón donde había cafetería, regresamos e intentamos dormir, la otra chica Coreana que salió asustada ya había regresado y estaba acostada en la cama de en medio, yo ya ni supe que cama me había tocado pero solo quedaba la de abajo, a pesar del cansancio era difícil no despertarse en cada estación en donde hacia parada el tren con el rechinado y vibración de los frenos, el wey coreano dormido boca arriba jamas quito la mano izquierda de su maleta estorbosa, hasta que finalmente llegamos a la estación de Santa Lucia.

Asi era la vista desde el tercer piso, y ese cabron no soltaba su maleta
Asi era la vista desde el tercer piso, y ese cabron no soltaba su maleta